Editorial| Cambio (1 nov)
– El 1 de noviembre de 1979, hace 33 años, el pueblo de Bolivia enfrentó una nueva aventura golpista. El coronel Alberto Natusch Busch, junto a viejos políticos del MNR y otros grupos de derecha, lanzaba un zarpazo más a la incipiente democracia por la que Bolivia intentaba marchar. Estaban frescas en la memoria las recientes luchas contra la dictadura.
A finales de 1977 y principios de 1978, la lucha de los bolivianos —liderada por las heroicas mujeres mineras— abría el cauce para la restitución de las libertades democráticas, el retorno de los exiliados y la restitución de los dirigentes sindicales a sus fuentes de trabajo. La dictadura de Hugo Banzer, que había enlutado a miles de familias bolivianas e instalado un régimen de terror durante más de siete años, llegaba a su ocaso, pero se negaba a desaparecer.
La recuperación de la democracia tuvo un alto costo. Noviembre de 1979 marca en el calendario un mes de luto. Dado el golpe contra el gobierno constitucional del Dr. Wálter Guevara Arze, el pueblo se lanzó a las calles y desarrolló todas las iniciativas que estuvieron a su alcance para resistir y echar del Palacio Quemado a los golpistas.
La Central Obrera Bolivia (COB), sus federaciones y sindicatos afiliados tomaron las calles y se enfrentaron a los fusiles y los tanques. Aquel 1 de noviembre La Paz amaneció tomada por tropas de los regimientos Tarapacá, Lanza y Max Toledo, mientras que en el resto del país se desplazaron otras unidades militares.
Documentos históricos identifican a los responsables de la Masacre de Todos Santos: Cnl. Arturo Doria Medina, comandante del Regimiento Tarapacá (conocido como el ‘Mariscal de la muerte’); Gral. Óscar Larraín Frontanilla, del Comando de las FFAA; Cnl. Carlos Mena Burgos, del Depto. II EMGE, en estrecha coordinación con el Comando Conjunto de las FFAA y bajo el mando de siniestros militares que más tarde se beneficiarían de esta acción conspirativa, entre ellos Luis García Meza, Luis Arce Gómez, Jorge Águila Terán, Armando Reyes Villa y Faustino Rico Toro, entre otros. Bajo este mando se sometió por primera vez en la historia de Bolivia a la población a la Ley Marcial y a una sangrienta represión que se extendió durante siete días. Está claro que la democracia hoy se consolida y avanza a paso seguro, sin olvido ni perdón a quienes asesinaron a bolivianos.
###
– Bolivia: A treinta y tres años de la masacre de Todos Santos
BoliviaSol 
Deja un comentario